sábado, 16 de noviembre de 2013

Las reglas del juego (cuatro). PARADOJA


PARADOJA. El término paradoja viene del griego (para y doxos) y significa "más allá de lo creíble". En la actualidad tiene numerosos significados:

1) Afirmación que parece falsa, aunque en realidad es verdadera.
2) Afirmación que parece verdadera, pero en realidad es falsa.
3) Cadena de razonamientos aparentemente impecables, que conducen sin embargo a contradicciones lógicas (es decir, falacias).
4) Declaración cuya veracidad o falsedad es indecible.
5) Verdad que se vuelve patas arriba para llamar la atención.





UNA APARENTE PARADOJA

Hay una aparente paradoja en todo esto:
el agua es transparente pero oscurece la ropa,
hacemos cola en el fast food
(graffiti-comida), nos gusta la Nocilla,
el café aguado, el aire
que revuelven tus dedos y no vuelve, la vista
de la calle a través del cristal manufacturado.
Nos gusta lo que, existiendo,
no existe,
comprar camisetas blancas y zapatos caros,
silbar aquella canción de Roxy
fue la señal, nos gusta, sobre todo,
pensar el cielo en la tierra,
saber que tenemos razón para que
nos traiga sin cuidado tenerla.
Nos gusta comprar discos repetidos
de Esplendor Geométrico, vivir
una manzana más abajo de la cabeza de Newton,
(llovió y no quiero secarte el pelo, árbol de navidad de agua)
nos inquieta la pregunta: por qué los aviones
toman tierra y no derrapan, por qué los libros
son más altos que anchos, por qué el amor
(solución de una ecuación irresoluble) finge
su existencia.
Sabemos que el firmamento es cavidad resonante
de mensajes que se perdieron, y de aquellos que nos llegan
el emisor ha muerto. Sabemos la contradicción
de guerra humanitaria, que gana
quien derrama más sangre y después escucha
(graffiti-concierto) a Bach en los escombros del patio,
yo mismo a veces creo haber defraudado tanto
que me entregaría al cuerpo de cualquiera,
a lo que es pura ruina y carencia
y como el agua oscurece.
Me muero por piratear esta noche
los 50 gigabytes de tus pezones,
y qué más da Punk No Dead que Opus Dei Forever
si te imaginas que al final el cielo fuera sólo un anuncio
de papel Albal nos tararea Sr. Chinarro
en la ranura de tu sexo. Hay una aparente paradoja
en todo esto: envasado al vacío nos vendemos tiempo.

                                                        Agustín Fernández Mallo

miércoles, 13 de noviembre de 2013

Recomendado por... Raúl

ESTE CIELO

El brillo del crepúsculo,
llamarada del día
que proclama que el día ha terminado
cuando aún es de día.

El acorde final que,
resonante,
dice el fin de la música
mientras la música se oye todavía.

Este cielo de otoño,
su imagen remansada en mis pupilas,
piadosa moratoria que la tarde concede
a la débil penumbra que aún me habita.

                                     Ángel González


(Ángel González nació en Oviedo en 1925 y falleció en Madrid el 12 de enero de 2008. Se resignó, como él mismo confiesa, a estudiar Derecho, ejerció de maestro en los montes de León y, después, ya como funcionario, vivió en Madrid, Sevilla y Barcelona. Pronto su afición poética le puso en contacto con los jóvenes escritores de la generación de los 50, sobre todo con la escuela de Barcelona, con quienes mantuvo una constante amistad. En 1956, su primer libro Áspero mundo obtuvo el accésit del premio Adonais. A éste le siguieron Sin esperanza, con convencimiento (1961), Palabra sobre palabra (1965), Tratado de urbanismo (1967), Breves acotaciones para una biografía (1971), Muestra de algunos procedimientos narrativos y de las actitudes sentimentales que habitualmente comportan (1976; edición corregida y aumentada, 1977), Prosemas o menos (1985) y Deixis en fantasma (1992). En 1970 viajó a Estados Unidos y México, y dos años más tarde empezó a trabajar como profesor visitante en las universidades de Utah, Maryland, California (Irvine) y New México, donde enseñó literatura española durante dieciocho años. Académico de la lengua, recibió el Premio Príncipe de Asturias en 1985 y el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en 1996.)

domingo, 10 de noviembre de 2013

Ray Bradbury


SIEMPRE LLEVO CONMIGO LO INVISIBLE

Siempre llevo conmigo lo invisible,
las cosas que sé pero no conozco
y pretendo averiguar a tientas
en ese país de ciegos
que es la mente y cada pensamiento
y todo cambio climatológico interior.
Palpo el cambio de luz
los distintos tonos de los atardeceres camino de la noche;
de todos esos sueños en penumbra antes del alba
escribo poemas, les ofrezco un hogar,
del jardín jeroglífico donde los perros garabatean
escribiendo futuros sobre un trébol lleno de escarcha,
que se marchita o muere.
¡Allá va! Oyes los gritos. ¡Allá va!
Un balón solitario escala el cielo,
un ruidoso muchacho que no vemos lo ha lanzado
a una niña en el cesped de la cara más lejana del mediodía.
Los retengo
para releerlos algún día en invierno cuando oscurezca
a las tres, y mi razón para existir
sea un balón trotamundos del cielo
lanzado al infinito
de una mano invisible a otra mano invisible.
Allí se quedará, porque
yo puedo hacer que el arco se congele.
Grito ¡Detente!
y el balón, en los versos,
se queda suspendido entre los árboles
para nunca bajar.
Así que ya ves, es cierto,
siempre llevo conmigo lo invisible
igual que tú lo llevas hecho visible en ti.

                                    Ray Bradbury



(Desde su primera publicación lírica, en 1971, Ray Bradbury dio a la imprenta diecisiete poemarios; el último de todos, Vivo en lo invisible, fue su única antología autorizada. Ha sido publicada en castellano, en 2013, por la Editorial Salto de Página, en edición bilingüe, con traducción y prólogo a cargo de Ariadna G. García y Ruth Guajardo González. De ahí está extraída la versión de este poema.)

miércoles, 6 de noviembre de 2013

Las reglas del juego (tres). SONETO


Un soneto me manda hacer Violante
que en mi vida me he visto en tanto aprieto;
catorce versos dicen que es soneto;
burla burlando van los tres delante.

Yo pensé que no hallara consonante,
y estoy a la mitad de otro cuarteto;
mas si me veo en el primer terceto,
no hay cosa en los cuartetos que me espante.

Por el primer terceto voy entrando,
y parece que entré con pie derecho,
pues fin con este verso le voy dando.

Ya estoy en el segundo, y aun sospecho
que voy los trece versos acabando;
contad si son catorce, y está hecho.

                                          Lope de Vega


(Soneto incluido por Lope de Vega en el tercer acto de una obra de 1617 titulada "La niña de plata". La conversación que lo introduce tampoco tiene desperdicio:

DON JUAN. ¿Has sido tú poeta?

CHACÓN. Cuatro veces: la primera me dieron muchos palos; la segunda vinieron cuatro curas a conjurarme por maligno espíritu; la tercera me echaron de la calle por apestado y hombre contagioso; y la cuarta, a la fe, gané unos guantes con un soneto.

DON JUAN. Dile, por tu vida.

CHACÓN. ¿Tendréis paciencia?

DON JUAN. Sí.

CHACÓN. Va de soneto.

LEONELO. Di el sujeto.

CHACÓN. En el mesmo está el sujeto.)

lunes, 4 de noviembre de 2013

Fernando Pessoa


Leve, leve, muy leve,
un viento muy leve pasa,
y se va, siempre muy leve.
Y no sé lo que pienso
ni procuro saberlo.

                 Alberto Caeiro

Fernando António Nogueira Pessoa nació el 13 de junio de 1888 -día de San Antonio, patrón de Lisboa- en el cuarto piso de la casa número cuatro de la plaza de San Carlos y murió, también en Lisboa, el 30 de noviembre de 1935. Vivió la primera infancia junto a sus padres y su abuela materna -Dionisia- que sufría una enfermedad caracterizada por ataques cíclicos de gran violencia agresiva. Siendo niño, el poeta presenció varias crisis agudas de su abuela que lo marcaron profundamente. Los trastornos psíquicos del poeta fueron de otro tipo: depresiones profundas, "ondas negras", las llamaba, de origen histérico-neurasténico, como él mismo las definirá más adelante.

1912 es el año en que Fernando Pessoa se inicia en lo que convencionalmente llamamos "vida literaria". Asiste a tertulias en los cafés de la Baixa. Pero también es el año de su estreno literario. Se da a conocer como ensayista con dos artículos publicados en la revista A Águia, de Oporto: "La nueva poesía portuguesa sociológicamente considerada" y "La nueva poesía portuguesa en su aspecto psicológico".

"El punto central de mi personalidad como artista es que soy poeta dramático: tengo continuamente en todo cuando escribo la exaltación íntima del poeta y la despersonalización del dramaturgo. Vuelo otro: eso es todo." En esta afirmación del poeta, es decir, en la naturaleza dramática de su poesía, está la clave de la génesis de los heterónimos. Es imposible hablar de Fernando Pessoa sin referirse a ese descubrimiento suyo de escribir inventándose otros.

Alberto Caeiro, Ricardo Reis, Álvaro de Campos y el propio Pessoa -que comparte el mismo sistema poético que los tres heteróminos principales y es también en ese sentido una realidad de ficción- están intimamente relacionados entre sí, participan en un incesante diálogo unos con otros hasta conformar un verdadero debate sobre los grandes temas del pensamiento y de la poesía del siglo pasado: la soledad, la conciencia, "la importancia misteriosa de existir".

La poesía escrita por Alberto Caeiro marca la línea que subyace a toda la obra pessoana. Es el poeta de la espontaneidad, del instinto, su poesía es visceralmente vivencial, construida a partir de las impresiones que recibe de su permanente contacto con la naturaleza.

El doctor Ricardo Reis es clásico en su poética y clásico también en su filosofía, en su concepción estoica de las cosas del mundo. Su lenguaje es el de un poeta cercano a Horacio. Su literatura es de un cuidado formal exquisito, latinizante, plagada de deliberados arcaísmos tanto léxicos como sintácticos.

El heterónimo que mejor nos permite entender la modernidad de Pessoa es Álvaro de Campos. Un personaje complejo, interesado por las máquinas y por las violentas realizaciones técnicas de nuestro tiempo. Es un poeta de raíz whitmaniana y futurista en sus poemas más extensos.

El ortónimo Pessoa es "el poeta del vacío", de la nada, lo que queda tras la creación de Caeiro, Reis y Campos. Es un heterónimo más: el paulista, el interseccionista, el gnóstico, el ocultista diletante, el metafísico, el poeta popular, en fin, el que faltaba para completar la magia de una poética tan sobrecogedora.

(Notas extraídas del prólogo escrito por Ángel Campos Pampano en Un corazón de nadie. Antología poética (1913-1935). Galaxia Gutenberg, 2001)


Autopsicografía

El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que hasta finge que es dolor
el dolor que en verdad siente.

Y quienes leen lo que escribe,
en el dolor leído sienten,
no los dos que el poeta vive
sino sólo aquél que no tienen.

Y así por las vías rueda,
entreteniendo a la razón,
el tren de juguete con cuerda
al que llamamos corazón.

                   Fernando Pessoa

viernes, 1 de noviembre de 2013

Recomendado por... Inés



REDONDILLA

Hombres necios que acusáis
a la mujer, sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis;

si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?

Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis
para prentendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?

Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Opinión, ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.

Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.

¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende?,
¿si la que es ingrata ofende,
y la que es fácil enfada?

Mas, entre el enfado y la pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?

¿O cuál es de más culpar,
aunque cualquiera mal haga;
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?

¿Pues, para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.

Sor Juan Inés de la Cruz

(Sor Juana Inés de la Cruz nació en un pueblo de México en 1651 y falleció en la capital de dicho país en 1695. Se destacó como una de las escritoras mexicanas más reconocidas del siglo XVII.
Se dice que con tan sólo tres años ya sabía leer y escribir con una facilidad inaudita. Estas capacidades la llevaron a codearse con los más altos jefes de la corte del Virreinato de España y, pese a ello, a los 16 años ingresó en el convento de las Carmelitas Descalzas de México y más tarde en la Orden de San Jerónimo, donde permaneció siempre.
No era una devota religiosa, en realidad su inclinación por la ordenación estuvo relacionada con el deseo de no perder sus aficiones intelectuales, de impedir que se la convirtiera (como a todas las mujeres de su época) en una esclava del sexo opuesto.)