lunes, 4 de noviembre de 2013

Fernando Pessoa


Leve, leve, muy leve,
un viento muy leve pasa,
y se va, siempre muy leve.
Y no sé lo que pienso
ni procuro saberlo.

                 Alberto Caeiro

Fernando António Nogueira Pessoa nació el 13 de junio de 1888 -día de San Antonio, patrón de Lisboa- en el cuarto piso de la casa número cuatro de la plaza de San Carlos y murió, también en Lisboa, el 30 de noviembre de 1935. Vivió la primera infancia junto a sus padres y su abuela materna -Dionisia- que sufría una enfermedad caracterizada por ataques cíclicos de gran violencia agresiva. Siendo niño, el poeta presenció varias crisis agudas de su abuela que lo marcaron profundamente. Los trastornos psíquicos del poeta fueron de otro tipo: depresiones profundas, "ondas negras", las llamaba, de origen histérico-neurasténico, como él mismo las definirá más adelante.

1912 es el año en que Fernando Pessoa se inicia en lo que convencionalmente llamamos "vida literaria". Asiste a tertulias en los cafés de la Baixa. Pero también es el año de su estreno literario. Se da a conocer como ensayista con dos artículos publicados en la revista A Águia, de Oporto: "La nueva poesía portuguesa sociológicamente considerada" y "La nueva poesía portuguesa en su aspecto psicológico".

"El punto central de mi personalidad como artista es que soy poeta dramático: tengo continuamente en todo cuando escribo la exaltación íntima del poeta y la despersonalización del dramaturgo. Vuelo otro: eso es todo." En esta afirmación del poeta, es decir, en la naturaleza dramática de su poesía, está la clave de la génesis de los heterónimos. Es imposible hablar de Fernando Pessoa sin referirse a ese descubrimiento suyo de escribir inventándose otros.

Alberto Caeiro, Ricardo Reis, Álvaro de Campos y el propio Pessoa -que comparte el mismo sistema poético que los tres heteróminos principales y es también en ese sentido una realidad de ficción- están intimamente relacionados entre sí, participan en un incesante diálogo unos con otros hasta conformar un verdadero debate sobre los grandes temas del pensamiento y de la poesía del siglo pasado: la soledad, la conciencia, "la importancia misteriosa de existir".

La poesía escrita por Alberto Caeiro marca la línea que subyace a toda la obra pessoana. Es el poeta de la espontaneidad, del instinto, su poesía es visceralmente vivencial, construida a partir de las impresiones que recibe de su permanente contacto con la naturaleza.

El doctor Ricardo Reis es clásico en su poética y clásico también en su filosofía, en su concepción estoica de las cosas del mundo. Su lenguaje es el de un poeta cercano a Horacio. Su literatura es de un cuidado formal exquisito, latinizante, plagada de deliberados arcaísmos tanto léxicos como sintácticos.

El heterónimo que mejor nos permite entender la modernidad de Pessoa es Álvaro de Campos. Un personaje complejo, interesado por las máquinas y por las violentas realizaciones técnicas de nuestro tiempo. Es un poeta de raíz whitmaniana y futurista en sus poemas más extensos.

El ortónimo Pessoa es "el poeta del vacío", de la nada, lo que queda tras la creación de Caeiro, Reis y Campos. Es un heterónimo más: el paulista, el interseccionista, el gnóstico, el ocultista diletante, el metafísico, el poeta popular, en fin, el que faltaba para completar la magia de una poética tan sobrecogedora.

(Notas extraídas del prólogo escrito por Ángel Campos Pampano en Un corazón de nadie. Antología poética (1913-1935). Galaxia Gutenberg, 2001)


Autopsicografía

El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que hasta finge que es dolor
el dolor que en verdad siente.

Y quienes leen lo que escribe,
en el dolor leído sienten,
no los dos que el poeta vive
sino sólo aquél que no tienen.

Y así por las vías rueda,
entreteniendo a la razón,
el tren de juguete con cuerda
al que llamamos corazón.

                   Fernando Pessoa

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