sábado, 23 de agosto de 2014

Charles Bukowsky


Vida y obra son inseparables en Bukowsky por partida doble, pues, así como hace de la primera el material de la segunda, hace al tiempo de esta, la labor literaria, su razón vital. En consecuencia, la identidad del hombre es la del escritor, maldito en este caso porque así lo decide el hombre. Esto explica que preguntado por su rebeldía, se acoja al estatuto del autor: "Creo que es una cosa muy comun a todos los escitores , cuando ven que todo el mundo va en una dirección, ellos automáticamente quieren ir por el lado contrario. Por ese motivo son escritores". (De Los placeres del condenado, Charles Bukowsky, introducción y traducción de Ciro Arbós, Visor, 2011.)



millonarios

vosotros
los sin rostro
sin rostro
ninguno
que os reís de nada -
dejadme que os diga
que he bebido en cuartuchos de arrabal con
borrachines imbéciles
cuya causa era mejor
cuyos ojos conservaban todavía algo de luz
cuyas voces retenían cierta sensibilidad,
y cuando amanecía
nos sentíamos mal pero no enfermos,
pobres pero no engañados,
y nos estirábamos en la cama y nos levantábamos
a media tarde
como millonarios.



consejos para un joven del año 2064 D. C.

deja que te hable como un amigo
aunque medien siglos
entre nosotros y ni tú ni yo
podamos ver la luna.

pon cuidado en que la cebolla no te ciegue
ni la serpiente te pique
ni el escarabajo se apodere de la casa
ni el amante de tu esposa
ni el gobierno de tu hijo
ni el vino de tu voluntad
ni el médico de tu corazón
ni el carnicero de tu tripa
ni el gato de tu silla
ni el abogado de tu ignorancia de la ley
ni la ley vestida de hombre uniformado te mate.

descarta la perfección por ser dolencia de
codiciosos
pero no cedas a la imperfección fácil
de la modestia de masas.

y recuerda que
la panza de la ballena está repleta de
grandes hombres.



poesía

hace
falta
mucha

desesperación

insatisfacción

y
desilusión

para
escribir

unos
cuantos
buenos
poemas.

no está al
alcance
de cualquiera

el don

de
escribirlos

o siquiera

de
leerlos.
 

                          Charles Bukowsky

miércoles, 20 de agosto de 2014

Las reglas del juego (doce). CALIGRAMA


CALIGRAMA.
Los primeros caligramas conocidos se deben a poetas griegos del periodo helenístico (siglo IV - año 30 a.C.). Esta modalidad poética tiene una raíz religiosa, pues procede de ofrendas sobre las que se inscribía el nombre del donante y la ocasión de la donación en líneas -o versos- que, por necesidad, se adaptaban a la forma del objeto ofrecido.

El poema-huevo de Simmias de Rodas fue compuesto cerca del año 300 a. C. De este autor se conservan tres caligramas ("El hacha", "Las Alas", "El huevo"). Simmias es conocido como el creador de la technopaegnia o composición de poemas figurados en verso. El caligrama "El huevo" tiene que leerse alternadamente, el primer verso y luego el último, el segundo verso y luego el antepenúltimo hasta terminar en el verso central.

El Hacha, Las Alas y El Huevo, Simmias de Rodas, s. IV a. C.




Octavio Paz, Ladera este (1969)





Guillermo de Torre, Hélices (1923) 
 
 

Guillaume Apollinaire, Caligramas (1918) 



Hacia 1913, Wilhelm Apollinaris de Kostrowitsky, más conocido como Guillaume Apollinaire (1880-1918), vuelve a cultivar el technopaegnia. El poeta y crítico francés llamó "idéogrammes lyriques" a sus primeras producciones, que aparecieron en la revista Les Soirées de Paris (1914). En 1918 se publica el libro de Apollinaire titulado precisamente Calligrammes. Poémes de la Paix et de la Guerre (1913-1916). Este libro inicia la revitalización de los caligramas. Con el hervor vanguardista de los años 20, estas composiciones, consideradas una novedad absoluta, se pusieron de moda en todo el mundo occidental.
(Extraído de www.materialesdelengua.org, adaptado a partír de El caligrama, de Simmias a Apollinaire, Miguel d'Ors, EUNSA, 1977.)

miércoles, 13 de agosto de 2014

sábado, 9 de agosto de 2014

Francisco Brines (dos)


"ALOCUCIÓN PAGANA. Con todo, motivos nunca faltan para escuchar a Brines. Es, además, uno de los poetas que mejor lee y explica sus versos. Pese a lo peculiar del sitio, en los anales ha quedado para siempre la lectura que ofreció en el Colegio Pontificio de Roma en 1996 ante un auditorio de doctorandos en Teología. Allí desgranó sus poemas más duros sobre Dios y la fe religiosa –incluido "El santo inocente" completo, cosa rara-. Entre ellos “Alocución pagana”, del libro Aún no (1971):

¿Es que, acaso, estimáis que por creer
en la inmortalidad,
os tendrá que ser dada?
Es obra de la fe, del egoísmo
o la desolación.
Y si existe, no importa no haber creído en ella:
respuestas ignorantes son todas las humanas
si a la muerte interroga.
Seguid con vuestros ritos fastuosos, ofrendas a los dioses,
o grandes monumentos funerarios,
las cálidas plegarias, vuestra esperanza ciega.
O aceptad el vacío que vendrá,
en donde ni siquiera soplará un viento estéril.
Lo que habrá de venir será de todos,
pues no hay merecimiento en el nacer
y nada justifica nuestra muerte.

Baste decir para entender el talante del poeta que lo sincero, sabio y medido de su intervención ha dejado una huella imborrable en todos los que estaban allí".

("La voz de Francisco Brines", Javier Rodríguez Marcos. Letra pequeña, El País, Blogs Cultura, abril 2012.)

miércoles, 6 de agosto de 2014

Las reglas del juego (once). POSTPOÉTICA


POSTPOÉTICA. "La poesía postpoética se presenta como un "método sin método", no como una doctrina. Más que de una nueva forma de escribir, se trata de poner en diálogo todos los elementos en juego, no solo de la tradición poética sino de todo aquello a lo que alcanzan las sociedades desarrolladas, a fin de crear nuevas metáforas verosímiles e inéditas. En la poesía postpoética el creador es un artesano y al mismo tiempo un crítico al cual cada paso lo interroga sobre qué paso será el siguiente sin restricción dogmática de ningún tipo. De esta manera, el postpoeta puede proponer como metáfora de todo un texto un huevo frito, si cree que es lo óptimamente poético en ese preciso instante. En todo momento la heterogeneidad y la inestabilidad no actúan como perjuicios para el postpoeta; al contrario, son unas de sus herramientas."

"Para el postpoeta, no hay programa ni reglas que seguir, no hay un futuro que alcanzar, no hay pasados que hipotequen el futuro ni futuros colectivos a los que llegar.”

"(...) la postpoética busca e investiga todo un nuevo campo de acción en el que acometer sus obras, y este no es una zona puramente física, sino el extrarradio que se forma cuando se juntan la poesía tradicional/ortodoxa con el corpus científico, artístico y social contemporáneo, el espacio de fusión entre ambos."

(Postpoética, Agustín Fernández Mallo, Anagrama, 2009)

viernes, 1 de agosto de 2014

Raymond Carver (tres)


EL ARO DE LATÓN

¿Qué habrá sido de aquel aro de latón
que había en los tiovivos?
El aro que las niñas y los niños
pobres pero felices agarraban justo
en el Momento Mágico. Pregunté por ahí: ¿Sabes
algo del aro de latón...? Le pregunté a mi vecino.
Le pregunté a mi mujer, incluso le pregunté al carnicero (creo
que es extrajero y algo sabría).
Nadie sabía nada, al parecer.
Entonces le pregunté a un tipo que solía trabajar en una feria ambulante.
Hace años, me dijo, era diferente. Montaban incluso los
adultos.
Se acordaba de una mujer joven en Topeka, Kansas.
Era agosto. Le daba la mano al hombre que montaba
el caballito de al lado, que tenía bigote y
era su marido. La muje reía
sin parar, me dijo. El marido también
se reía, aunque tenía bigote. Pero
esa es otra historia. Nada
me dijo acerca del aro de latón.


(The Brass Ring, "El aro de latón", es el primer poema publicado por Raymond Carver. Vio la luz en el n° 11 de la revista Targets de Sandia Park, Nuevo México, en 1962. En el poema, Carver juega con el doble sentido de la expresión "the brass ring", que hace referencia, literalmente, a unos aros de latón que un brazo mecánico ponía por sorpresa al alcance de los niños en un tiovivo; el que lograra cogerlo, tenía una vuelta gratis. En sentido figurado, significa apuntar alto, alcanzar el éxito. Nota de Jaime Priede, traductor de Sin heroísmos, por favor, en Bartleby Editores, 2006.)