martes, 23 de septiembre de 2014

Antonio Gamoneda


LIBERTAD EN LA CAMA

Todos los días salgo de la cama
y digo adiós a mi compañera.
Vean: cuando me pongo
los pantalones,
me quito
la
libertad.

Cuando llega la noche, otra vez
vuelvo a la cama y duermo.

A veces sueño que me llevan con las manos atadas,
pero entonces me despierto y siento la oscuridad,
y, con el mismo valor, el cuerpo de mi mujer y el mío.


(”Lo biográfico atraviesa la obra de Gamoneda como corriente subterránea que sin cesar la nutre, crea estratos y tiende hilos entre sus poemas, opera como un extraño sistema de ecos y sugerencias, de perturbaciones y luces. Y lo hace manteniendo constantemente activa la tensión fundamental entre autonomía del texto y referencia autobiográfica. Así, la insistencia en el verbo ver, las extensas enumeraciones de lo que el poeta vio, otorgan a las palabras un carácter documental, revelan una sostenida voluntad de testimonio". Del epílogo escrito por Miguel Casado para Esta luz. Poesía reunida (1947-2004), Galaxia Gutenberg, 2010.)

viernes, 12 de septiembre de 2014

Aforismo III. JEAN COCTEAU


"La poesía es indispensable, pero me gustaría saber para qué"

Jean Cocteau




 
Jean Cocteau, por Amedeo Modigliani (1916)


jueves, 4 de septiembre de 2014

Recomendado por... Un físico


DON DE LA EBRIEDAD

Siempre la claridad viene del cielo;
es un don: no se halla entre las cosas
sino muy por encima, y las ocupa
haciendo de ello vida y labor propias.
Así amanece el día; así la noche
cierra el gran aposento de sus sombras.

Y esto es un don. ¿Quién hace menos creados
cada vez a los seres? ¿Qué alta bóveda
los contiene en su amor? ¡Si ya nos llega
y es pronto aún, ya llega a la redonda
a la manera de los vuelos tuyos
y se cierne, y se aleja y, aún remota,
nada hay tan claro como sus impulsos!

Oh, claridad sedienta de una forma,
de una materia para deslumbrarla
quemándose a sí misma al cumplir su obra.
Como yo, como todo lo que espera.
Si tú la luz te la has llevado toda,
¿cómo voy a esperar nada del alba?

Y, sin embargo -esto es un don-, mi boca
espera, y mi alma espera, y tú me esperas,
ebria persecución, claridad sola
mortal como el abrazo de las hoces,
pero abrazo hasta el fin que nunca afloja.

                       Claudio Rodríguez (De Don de la ebriedad, Rialp, 1924)


("Claudio es uno de los poetas más importantes del siglo XX, un artesano minucioso que sopesaba cada palabra y corregía mucho. Visionario, intuitivo, el poema comenzaba a habitarlo desde la mirada", apuntó ayer Francisco Brines, quien sumó también su memoria al homenaje del Ateneo. "Era muy llano, muy modesto. Le interesaba lo elemental, lo que era de todos: el aire, el follaje, el milagro de la respiración. Recuerdo que en un viaje conjunto íbamos por Castilla y comenzó a hablarme de las hojas de un árbol mecidas por el viento. Tenía la imagen tan presente y vívida como una madre cuando habla de un hijo ausente".Extraído de El País.com, 21 de mayo de 2004, Raquel Garzón.)

CHELSEA HOTEL Nº 2


Te recuerdo bien del Hotel Chelsea,
estabas hablando tan valiente y tan dulce,
chupándomela en la cama deshecha,
mientras las limusinas esperan en la calle.
Esas eran las razones y aquello era Nueva York,
nos presentábamos por el dinero y por la carne.
Y aquello se llamó amor por los trabajadores de la canción
posiblemente aún lo es por aquellos que partieron.

Ah, pero tú escapaste, ¿no, nena?,
le diste a la espalda a la multitud,
te escapaste, ni una vez te escuché decir,
te necesito, no te necesito,
te necesito, no te necesito
y todo aquello bailando alrededor.

Te recuerdo bien en el Hotel Chelsea
eras famosa, tu corazón era una leyenda.
Me dijiste de nuevo que preferías los hombres guapos
pero que por mí harías una excepción.
Y cerrando el puño por los que son como nosotros,
oprimidos por los números de la belleza,
te arreglaste un poco, dijiste, "Bueno, no importa,
somos feos, pero tenemos la música."

Y luego te escapaste, no, nena
simplemente le diste la espalda a la multitud,
te escapaste, ni una vez te escuché decir,
te necesito, no te necesito,
te necesito, no te necesito
y todo aquello bailando alrededor.

No pretendo sugerir que te quise mejor,
no puedo seguir la pista de cada petirrojo caído.
Te recuerdo bien en el Hotel Chelsea,
eso es todo, tampoco pienso en tí tan a menudo.



I remember you well in the Chelsea Hotel,
you were talking so brave and so sweet,
giving me head on the unmade bed,

while the limousines wait in the street.
Those were the reasons and that was New York,
we were running for the money and the flesh.
And that was called love for the workers in song
probably still is for those of them left.

Ah but you got away, didn't you babe,
you just turned your back on the crowd,
you got away, I never once heard you say,
I need you, I don't need you,
I need you, I don't need you
and all of that jiving around.

I remember you well in the Chelsea Hotel
you were famous, your heart was a legend.
You told me again you preferred handsome men
but for me you would make an exception.
And clenching your fist for the ones like us
who are oppressed by the figures of beauty,
you fixed yourself, you said, "Well never mind,
we are ugly but we have the music."

And then you got away, didn't you babe
you just turned your back on the crowd,
you got away, I never once heard you say,
I need you, I don't need you,
I need you, I don't need you
and all of that jiving around.

I don't mean to suggest that I loved you the best,
I can't keep track of each fallen robin.
I remember you well in the Chelsea Hotel,
that's all, I don't even think of you that often.


                                                Leonard Cohen